sábado, 19 de enero de 2013

Variedades

Probando la danza contemporánea... a veces demasiado contemporánea. Pero con eso de intentar tantas actividades, tengo la buena suerte de poder conocer gente nueva. Y si dibujo fue el mejor acierto para encontrar el amor, la danza puede serlo para hacer amigas. Estoy contenta de haber conocido a una chica muy simpática, cada amistad nueva la valoro aquí como un tesoro (en Madrid también, pero era más fácil).

Qué más... El próximo martes tenemos una vídeoconferencia con la empresa de Tokyo y la van a grabar para un documental de la televisión nacional japonesa sobre la compañía para la que trabajo. Así que saldré en la tele de Japón sin necesidad de ir a Humor Amarillo.

Tengo que cogerme un día libre antes de febrero o perderé ese día de vacaciones, así que a final de mes me voy con maidarlin a una islita del sur de Inglaterra donde está el monasterio en el que trabajó de escultor.

En cuanto la semana que viene me confirmen si me renuevan el contrato y me hacen permanente o me echan a la calle, intentaré pillar los billetes para Easter a Madrid, pues me hace mucha ilusión enseñarle la ciudad a mi maidarlin y, ya de paso, presentároslo.

He dejado la comida empaquetada que tanto me había hecho engordar en estos meses desde que vine y, con orgullo, desde el 2013 procuro cocinar sano.

El domingo pasado el mejor amigo de maidarlin nos invitó a acudir a un ballet en Londres. Sleeping Beauty, una versión gótica de La Bella Durmiente, esta vez, con vampiros. El montaje era espectacular, una transición de lo clásico a lo contemporáneo, desde la danza al vestuario. Chapeau.

Esta ha sido una semana muy blanca: nieve por doquier. Os dejo una bonita estampa desde mi ventana:

sábado, 12 de enero de 2013

Independencia

Las recientes vacaciones que pasé en París me inspiraron un concepto: comprarme "LA taza" como símbolo de mi independencia. Es decir, que este objeto representa la esperada etapa en la que al fin dispongo de mi propio espacio (o utensilio para alimentarme) y tiempo (como una pausa para el café). Desde entonces, se me metió entre ceja y ceja que tenía que encontrar una taza de mi gusto que pudiera encarnar todas estas propiedades que me había propuesto atribuirle.

Busqué en París entre diseños tan exquisitos como su precio. Olisqueé en las Charity Shop, desgraciadamente estaban pasadas de moda. Así que pensé que sería la típica de recuerdo de Windsor, pero la regalé en Madrid para reconciliarme con un amor pasajero.
Esperaba encontrarme con "la elegida" en una de las bonitas tiendas de decoración de mi actual ciudad, sin embargo, ésta me esperaba en el lugar menos previsible para mí. A veces me vuelvo tan snob y obsesa del diseño que no reparo en lo cotidiano. Por fortuna, esta vez dejé a un lado mis prejuicios de progre y pude verla sonreír entre los chocolates y tés de una estantería del Tesco. Sí, la taza estaba en un supermercado "barato" lejos del centro, en una superficie de máximo consumismo. A lo mejor se trata de eso,  independizarse puede ser un gesto tan sencillo como hacer la compra en una gran superficie.

Cuando una pone tanto significado en la búsqueda de una taza, reconocer la adecuada puede ser una experiencia extrañamente sosegante... Una vez adquirida, es como tener un trabajo: la conservo, pero no dejo de mirar si habrá alguna otra que me guste más. ¿Me pasará lo mismo con una pareja?

De momento, disfrutaré de mi recién estrenada independencia degustando un buen café en mi propia taza.

miércoles, 9 de enero de 2013

Títulos

Como buena profesional de mi trabajo, hurgo hasta el fondo para encontrar hasta el último recoveco de contenido non grato para nuestros retoños (¡qué gusto poder usar la Ñ en mi teclado español!). A pesar de ver de todo, aún hay cabeceras de webs que siguen sorprendiéndome...

Pornografía para astronautas.

Oooh, una linda web de juegos infantiles y educativos... Ah, no. Es más porno.

Es hora de echar una mano al nacionalismo español.

El nombre de la web lo dice todo. Es tan explícito que ni siquiera me permite hacer un chiste.

 Una imagen vale más que mil palabras. Conceptual.

Porque la moral religiosa no está reñida con la orientación sexual.

P.D.: Queridas seguidoras, no hace falta que os esforcéis en comentar este post si no os sugiere nada, que empiezo a ser reiterativa...

viernes, 4 de enero de 2013

Balance ante otro año más

Vuelta de vacaciones de Navidad. Cortas, sobre todo si necesito pasarme la mitad del día durmiendo.

Sensación extraña: ya no sé cuál es "mi sitio", si es que alguna vez lo tuve. Confusa por no decidir a qué mundo pertenezco... Acostumbrada a una vida en el centro de Madrid, hace un par de años sufro el desarraigo en un barrio periférico, lo que en circunstancias normales no debería convertirse en un drama. Pero no lo eran.

De una semana para otra, Internet cambia mi sino y me rescata de un calvario para ofrecerme trabajo en un idílico pueblo. Sí, porque para mí el tamaño de Windsor no da la talla de ciudad.
Como cogida con los dedos de una mano gigantesca, me planto en tierra de ingleses sin saber qué me encontraría, pero alentada por la idea de independizarme al fin. El tiempo pasa y todo empieza a encajar demasiado bien... Mejor disminuir la dosis de prozac para que el subidón sea más ajustado a la realidad.

 Pese a haberme considerado siempre una persona bastante sensible y sensitiva, creo que he aprendido a endurecerme con este trabajo (censora posmoderna). Sin embargo, aún me preocupa que las imágenes que tengo que consumir me traumaticen a la larga. Es verdad que bromeo sobre ello, pero estoy tomando demasiada conciencia cuando filtro cientos de webs al día que contienen pornografía vejatoria contra la mujer. Es posible que después de esto me vuelva una feminista radical. Tampoco descarto volverme una directora de cine posporno moderna e intelectual...

Para evadirme del peso del trabajo, me centro en un par de actividades que me hacen feliz: dibujar y aprender burlesque, como terapia contra los complejos y camino natural para explorar mi sensualidad que, por desgracia, no muchos años atrás creía inexistente.
Al mismo tiempo, mi pasión por la moda (muchxs sabéis que mi espinita clavada es no haber estudiado diseño de moda) se ve satisfecha gracias a las tiendas baratas de segunda mano. Encuentro prendas únicas y retro por precios ridículos. Me convierto en una caza-oportunidades, deviene un buen hobby.
Viajo donde me lo pide el cuerpo, y no es precisamente a Madrid. Barcelona y París son destinos deseados, como ciudades fetiche donde alguna vez he soñado con emprender una nueva vida. Pero en cambio, me ha tocado Windsor.

Y entonces, aparece un príncipe y me enamoro, momento en el que se desbaratan mis ideas futuras de cambio constante de lugar en lugar siguiendo las ofertas de trabajo, apátrida. Pensar en establecerme aquí es como asomarme a un precipicio. Pero al mismo tiempo, este sitio me ofrece sosiego y templanza, que venía necesitando desde hace demasiado tiempo. No sé cuánto me durarán...
Cuando me asusto pensando en el futuro compartido con"alguien especial" (aunque no me convenceesta expresión, pues quienes escojo para rodearme son evidentemente especiales para mí), me propongo la actitud mental de vivir en el presente y disfrutar el día a día. Algo muy fácil de recomendar, pero difícil de aplicar.
También aprendo de la complejidad de las relaciones y cómo conseguir acoplarse poco a poco a la otra persona, a quien aún estoy conociendo.

Finalmente, me planteo la continuidad de este blog, que empecé con entusiasmo como herramienta de enlace con mis amigxs para no desaparecer del mapa. Sin embargo ahora que ya no recibo ningún feedback dudo de si a alguien le interesan estas disertaciones o las imágenes chorras que acostumbro a compartir. Por ello, si algún lector o lectora me comenta aquí que siga relatando Maremoto en Windsor, merecerá la pena seguir escribiendo, aunque solo sea para una persona. Si no, daré por terminada esta bitácora, pues solo tiene sentido si sirve para compartir visiones con mis amigxs.

Gracias esta vez por ser cómplices de mis sentimientos.